17 de septiembre de 2025.- Cuando se habla de inteligencia artificial (IA) la mayoría piensa en robots que hablan, en programas que escriben textos solos o en herramientas capaces de hacer en segundos lo que a una persona le llevaría horas. Pero la inteligencia artificial no tiene por qué quedarse solo en eso. Cada vez son más las voces que defienden que esta tecnología también puede ayudarnos a mirar hacia lo cercano: nuestras raíces, nuestras costumbres y todo aquello que nos identifica como comunidad.

En un mundo donde parece que todo tiende a la uniformidad, la IA puede servir como un recordatorio de lo que nos hace distintos. Y es que detrás de cada pueblo o ciudad hay formas de hablar, expresiones únicas, fiestas populares, canciones y recuerdos que forman parte de la memoria colectiva. La pregunta es: ¿puede la inteligencia artificial ayudarnos a no perder todo eso?

Una herramienta para dar voz a lo propio

Uno de los campos más prometedores está en el lenguaje. La inteligencia artificial es capaz de aprender palabras, giros y expresiones que no aparecen en los manuales, pero que son parte de la vida diaria de una comunidad. Imaginar una IA que no solo traduzca al castellano o al inglés, sino que también entienda cómo hablamos en cada región, que sea capaz de conservar esas expresiones y ponerlas en valor, es un paso hacia la preservación de nuestra forma de comunicarnos.

Esto, además, tiene un impacto directo en la forma de transmitir cultura. Un museo, un medio de comunicación local o incluso una asociación vecinal podrían apoyarse en la IA para crear contenidos adaptados al habla y a las tradiciones de su gente. De esta manera, lo que parecía una herramienta fría se convierte en un puente entre generaciones.

Cultura y patrimonio en clave digital

Pero la cosa no queda en el idioma. La IA también está ayudando a rescatar fotografías antiguas, clasificar archivos o incluso reconstruir digitalmente edificios históricos que ya no existen. Gracias a estas aplicaciones, un niño de hoy puede pasear virtualmente por las calles de su ciudad tal y como eran hace 100 años, o descubrir cómo se celebraban las fiestas patronales en tiempos de sus abuelos.

Son pequeños ejemplos de cómo la inteligencia artificial puede convertirse en una aliada para mantener viva la memoria colectiva. Y lo más interesante es que no se trata solo de guardar lo que ya tenemos, sino también de contarlo de otra manera, en formatos atractivos para las nuevas generaciones.

IA aplicada a la vida municipal

El papel de la inteligencia artificial no se queda únicamente en el terreno cultural o lingüístico. También empieza a verse en la gestión pública, donde ya hay proyectos que buscan facilitar la vida diaria de los ciudadanos. Es el caso de los Agentes IA para ayuntamientos, como el Agente Virtual de DAPAMAR, que permite a los vecinos acceder a información y realizar trámites municipales directamente a través de WhatsApp.

Este tipo de sistemas, basados en IA, ofrecen un servicio disponible las 24 horas del día y los siete días de la semana. Entre sus funciones destacan el acceso inmediato a bandos y noticias municipales, la posibilidad de notificar incidencias en la vía pública, gestionar citas previas con distintas áreas del Ayuntamiento o recibir respuestas rápidas a preguntas frecuentes sin necesidad de intervención humana.

Con ello, los consistorios no solo optimizan recursos y reducen la carga administrativa, sino que también acercan la institución a los vecinos de una forma más ágil, directa y accesible.

Entre lo global y lo local

El gran reto está en no dejar que la inteligencia artificial nos lleve a todos por el mismo camino. La tecnología puede ser muy útil, pero si no se trabaja con cuidado, corremos el riesgo de que todo acabe sonando igual. Por eso, cada vez se insiste más en la necesidad de usar la IA desde una mirada localista, aprovechando lo que aporta sin renunciar a lo que nos hace diferentes.

En ese equilibrio puede estar la clave: combinar la innovación con el arraigo, la velocidad de los algoritmos con el valor de las tradiciones. En definitiva, usar la IA no solo para ser más rápidos o eficientes, sino también para reforzar el sentimiento de pertenencia y cuidar lo que nos identifica.

Un futuro conectado con el pasado

La inteligencia artificial está cambiando la manera en la que trabajamos, nos informamos o nos divertimos. Pero también puede servir para algo mucho más profundo: ayudarnos a contar quiénes somos y de dónde venimos.

Quizá ese sea el mayor valor de la IA aplicada a lo local. No se trata únicamente de mirar al futuro con innovación, sino de hacerlo sin perder de vista el pasado. Porque la tecnología puede avanzar, pero lo que realmente da sentido a cada avance es que no nos haga olvidar lo que nos hace únicos.